miércoles, 29 de octubre de 2014

El extraño caso de la Pequeña Parranda

El pasado sábado, mis cansados huesos acabaron en un local de Murcia llamado la Pequeña Parranda. Vaya por delante que el local es agradable, está siempre lleno y la comida es excelente.

El caso es que tanto mis acompañantes como yo, terminamos sentados en la barra frente a un camarero bastante extraño e inexpresivo. Por más que le pedíamos una ronda de cañas o unas patatas con ajo, el tipo parecía estar en otro mundo. Nos mirábamos entre nosotros, observábamos como el local se vaciaba y nosotros seguíamos asombrados ante la pasividad del muchacho.
Todo sea dicho, posteriormente, otro chico tomó las riendas del asunto. Acabamos comiendo una comida excelente, integrada por un revuelto de setas espectacular, unos chipirones encebollaos y un fantástico tartar de atún (de los mejores que he probado en Murcia, la verdad, aunque el mío es mejor, jajaja).
Posteriormente, nos invitaron a una ronda de cañitas y otra de gin tonic, todo en medio de un ambiente excelente. Salimos de allí con muy buen sabor de boca, la verdad. Mi chica estuvo espectacular con su simpatía que le caracteriza ante el insólito camarero y todo fue bien convirtiéndose en un sábado magnífico.
Del domingo mejor no hablo, jejeje (estuve offline, casi DEP)...
En definitiva, queridos feriantes, si me preguntan si puedo recomendar la Pequeña Parranda, la respuesta es sí. Pasaos mañana, a ver qué pasa.

Imagen cortesía de La Parranda, todos los derechos reservados

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