martes, 18 de noviembre de 2014

La nave de los vientos


Aunque parezca increíble, la nave de los vientos sigue su ruta marítima. Las vidas caminan por sus senderos habituales recibiendo de vez en cuando algún que otro soplo de aire fresco.
Todo está más o menos estático estos días. O no. Según se mire. Novedades golosas que de cristalizar pueden ser una excelente oportunidad frente a noticias menos amables pero de cómoda solución.
Tal y como he titulado, veo que me estoy yendo por las ramas. En realidad, todo sigue más o menos igual. La parte negativa es que cada vez tengo menos tiempo para escribir mis aventuras feriantes. Podría ser una nueva agradable si en realidad supusiese una inyección monetaria abiertamente grande, pero no es así. De todas formas, algo cae y es agradable de hacer.
Os dejo aquí. Se que ha sido breve, pero intenso. Al menos, para mí. Pasaos mañana, a ver qué pasa.

Imagen cortesía de Marta Pocztarska, licencia CC BY

lunes, 3 de noviembre de 2014

El Pepe de Totana

Queridos feriantes, si os soy sincero, no recuerdo muy bien el nombre del local en el que comí el pasado sábado. Simplemente lo conozco por el Pepe de Totana.

Antes de continuar, informar que Totana es un pequeño pueblo de la Región de Murcia, entre Lorca y Alhama, en el que celebran una semana santa bastante salvaje.
El pasado fin de semana estuve allí con mi chica y algunas de sus amigas de siempre. Y es que no hay nada más bonito para un feriante que tener un pueblo al que volver. Ahí donde están tus viejos camaradas de fechorías y andanzas de la temprana edad. Esa gente a la que ves poco, pero siempre llevas en el corazón. Las personas que a los cinco minutos del reencuentro ya te tratan como si os hubieseis visto ayer. Es maravilloso, de verdad.
El caso es que acabamos en un lugar de gran fama en la localidad, el Pepe. Este señor de humor voluble tiene un pequeño bar que regenta junto a su señora, la encargada de la cocina. Y si de algo sabe esa mujer, es de cocinar.
Hacía años que no probaba un solomillo de cerdo, hecho a la antigua, tan bueno y disfrutable. Un sabor exquisito que inunda el paladar y te deja sin sentido. Además, pedimos cazuelas de gambas y gulas, tortilla de champiñón y unos postres que quitan el sentido. Ese suflé de melocotón es una maravilla.
Lo cierto, queridos feriantes, es que más allá del peculiar carácter del Pepe, que ha tenido algún que otro encuentro poco amistoso con amigos y conocidos cercanos, su bar tiene todo el encanto de los pueblos de la zona. La comida es excelente y el ambiente, excepcional. Si encima vas acompañado de buena gente, como me sucedió a mí, el placer es indescriptible. No te lo puedes perder.
Solo me queda añadir la coletilla de rigor. Pasaos mañana, a ver qué pasa.