lunes, 28 de abril de 2014

Se acabó

Al fin, queridos feriantes. Ha sido duro por lo largo y lo extenso (no penséis mal, o sí), pero se acabó. Y es que todo tiene un clásico y hollywoodiense "The End", y las fiestas no podían ser menos.
Tras dos semanas de calor primaveral y calles abarrotadas de gente luciendo su "murcianía", ya hemos llegado al final. No ha estado mal, pero ha sido extenuante. A veces, ser feriante no es tan sencillo como debiera. Y es que yo, pese a no desdeñar estas celebraciones, prefiero los aperitivos de un sábado cualquiera que se acaban alargando y ese tipo de eventos minoritarios, más allá de las grandes fiestas de postín.
El caso es que ahora toca descansar un poco y reponer fuerzas y energías, pues la vida de un feriante no conoce el reposo del guerrero más que durante breves lapsus de tiempo. Seguiremos informando, queridos varios.

jueves, 24 de abril de 2014

Fiestas y más fiestas

Esto es una locura, queridos feriantes. Debo decir que no soy un gran apasionado de las fiestas populares, pero tampoco les hago ascos. No obstante, como murciano que me considero, pues vivo aquí, debo decir que enganchar la Semana Santa con las Fiestas de Primavera puede ser un ejercicio fastuoso y extenuante.
Por muy feriante que uno sea, que lo soy, esto es duro, queridos. Yo he nacido para esto y se me da de lujo, pero se hace largo. Estas dos semanas son como una especie de Tourmalet para los fiesteros. Horas y horas de estar de pie calentando la cerveza en la mano, con la música de fondo, nazarenos, pasos, sardineros, huertanos, comidas copiosas, reencuentros... Un carrusel de emociones físicas y mentales que te dejan extenuado y sin fuerzas hasta para cortarte una uña del pie.
Encima, cuando eres estudiante, te puede pasar unos días tranquilito de vacaciones. Si por el contrario eres currante, vete preparando el cuerpo, porque no va a recibir un solo segundo tregua.
En fin, queridos feriantes. Seguimos vivos, que es lo que importa. Nos queda el último empujoncito sardinero para este sábado y a descansar, que os puede asegurar que me lo he ganado como un campeón.
Y, como murciano y chanante que soy, solo me queda por añadir esto: ¡hostia, pijo, güebos, viva el bando de la huerta!

lunes, 7 de abril de 2014

Viajando al fin

Queridos feriantes, debo confesar que mis desplazamientos en los últimos meses se han reducido a 100 kilómetros a la redonda y lugares habituales y acostumbrados a contar con mi presencia. No obstante, siempre llega el momento en que la ocasión la pintan calva y cualquier excusa es buena. Tanto es así que ante un regalo que recibí hace meses, decidimos tanto mi chica como yo liarnos la manta a la cabeza y hacer una merecida escapadita, que ya era hora. El destino, Sigüenza, provincia de Guadalajara.
Debo decir antes de nada que el viaje ha sido maravilloso. Pero vamos, la compañía era inmejorable. Íbamos con muchas ganas, pues de vez en cuando es necesario escapar de la rutina en la que sin querer, a veces te rodea por transiltar los lugares comunes de tu vida. Un pequeño respiro en le dilatado devenir de la vida.

El caso es que en aquel pequeño pueblo medieval, hemos estado con reyes. Hospedados en el Porta Coeli, un viejo edificio reformado por la Universidad de Alcalá, y que hemos ubicado como centro de operaciones, nos hemos acercado al castillo y parador, la catedral, la iglesia de Santiago, etc.
Andar por aquel lugar es como revivir la historia. No puedes parar de pensar cómo debía ser la vida allí hace 300, 500 o 1000 años. Es un sitio absorbente que te llena de vida, pero a la vez, también de preguntas y misterios.
Por supuesto, hemos visitado unos cuantos lugares donde no solo se respira historia y espiritualidad. Esos donde se llena el buche. Desde aquí, recomendar todos en los que hemos estado. La Taberna Seguntina, Los Soportales, el Gurugú de la Plazuela, el Bar Alameda y el Tormes. En todos hemos comido de lujo. Por no hablar de una copilla al sol de Castilla en el Pub JL o un concierto homenaje a Sabina el Las Travesañas.
Estábamos de dulce, todo nos salió bien. Incluso acertamos con los bares de carretera. A la ida, La Sima, en la provincia de Cuenca, a la vuelta, El Molino, en la de Albacete. Por cierto, detrás le están poniendo un Auto King. Lo digo para que os vayáis acostumbrando a verlos por las carreteras del país. Yo es el primero con el que me cruzo.
Hasta la próxima, queridos feriantes.