No pretendo ser oportunista, como bien
reza el título de este artículo. Todo cuanto escriba a continuación
va a ser parecido a cómo lo había planteado anteriormente. No
obstante, la realidad me ha llevado a crear una comparativa que
espero que ningún feriante entienda mal.
La muerte de este
banquero tan famoso que ha acaecido hoy es una desgracia. Nunca
debemos alegrarnos del mal ajeno, por mucho que en demasiadas
ocasiones parezca un deporte nacional. Por otro lado, también andan
hospitalizados los máximos jerifaltes de unos conocidos grandes
almacenes de la corte británica y de una entidad crediticia con
nombre de una famosa ciudad catalana. Todo ello me lleva a pensar en
el dinero y en mi verano.
En el dinero por la
sencilla y obvia razón de que por mucho que acumules a lo largo de
tu vida, vas a acabar igual. No importa si has vivido como un rey o
como un pordiosero. Al final, mueres y todo se termina. De tí
depende cómo lo quieres hacer y qué herencia deseas dejar en el
mundo.
En lo referente a
mi verano, muchos feriantes se extrañarán. ¿Qué tiene que ver una
cosa con la otra? Pues es sencillo. Cuando estás con la persona que
quieres y compartes momentos inolvidables con ella, la vida es mucho
más sencilla y bonita. Y es en ese momento cuando aprendes que no
hace falta tanto para acercarse a la felicidad.
Yo mismo, en otros
momentos de mi vida, he deseado tener más y más. Pero es ahora,
cuando menos tengo, cuando he logrado al fin hacer de la necesidad
virtud. Cada día busco menos para estar tranquilo y feliz. Mi chica,
mi familia, mis buenos amigos y mis perritos. Una vez completado
esto, con tener los gastos mínimos cubiertos, estoy encantado.
La defunción de
este señor tan rico y cuyo banco ha hecho daño a tanta gente,
algunos muy conocidos y queridos por mí, me hace reflexionar sobre
la vida y la muerte. A él ya no le importa el legado que deja. Sus
números son increíbles y un montón de pelotas y cretinos le
alabarán como a un dios de las finanzas. ¿Quién sabe? Igual era
una bellísima persona en su fuero interno y con su gente. Pero el
legado que a mí me deja es malo. No le conozco de nada, no entiendo
por qué su entidad trata así a las personas y lo tienen que sufrir
mis seres queridos. No somos menos que él aunque no tengamos tanto
dinero.
Me despido ya,
queridos feriantes. Siento si he estado muy negativo o reflexivo.
Tiene que haber momentos para todo. Al menos he tenido un verano
maravilloso junto a los míos y la vuelta al “cole” va por buen
camino. Sed felices.
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