¿No os parecen fantásticos esos sábados en los que no quieres hacer nada? Te levantas tarde, con el únimo ánimo en tu mente de no hacer ni el huevo... Y siempre te aparecen planes aquí y allá. No te preocupes que cuando quieras hacer algo, no encontrarás a nadie disponible.
Aún así, debo decir que esos sábados en los que te llama un amigo para tomar una cerveza de aperitivo pueden ser maravillosos. Una tapa en este bar, dos en aquel, una copa aquí, otra allá...
Y luego te llama un colega que te invita a cenar en su casa. Tomar algo tranquilo en un patio a la luz de la luna, todo ello aderezado con una buena y gratificante conversación. Tus perritos y los suyos haciendo el mono. Un paseo con ellos al chino de la esquina a comprar cerveza... et voilá, se te ha pasado un día estupendo casi sin darte cuenta.
Nunca sabes donde vas a encontrar tu punto de equilibrio... pero dejarse llevar con buen tino te acerca mucho a él.
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