La vida puede ser maravillosa.
Mientras mi colega Pin anda de
cita con su destino, tratando de reencontrar sensaciones perdidas doce
meses atrás, yo me encuentro envuelto en un viaje sin rumbo claro y
dudosa meta.
Viajar es una bonita costumbre. Viajar bien acompañado es fantástico. Viajar junto a mi feriante particular es maravilloso.
Tras
un verano corto pero intenso, ahora nos embarcamos en una nueva
aventura. Una aventura excitante y divertida. Una aventura que pondrá
punto final a nuestro verano, pero punto y aparte a nuestras
"feriantadas" y punto y seguido a nuestras vidas.
Es importante
mirar siempre hacia delante. Aprender del pasado, vivir el presente y no
volverse loco con el mañana, pues es posible que no estemos aquí. Los
feriantes no nos solemos guardar nada para la vuelta. Es un camino de
ida, sin retorno. Un camino en el que vivir el presente es primordial.
Pero
bueno, feriantes varios, vamos al tema. Tras un mes veraniego de lo más
variado, salpicado por fiestas aguileñas y mangueras, viajes
alpujarreños trufados de gran comida de la zona y piscinas desconchadas y
antediluvianas y mal servicio pero excelente disfrute en hoteles de
cinco estrellas (inmerecidas a todas luces), mi feriante de referencia y
yo nos hemos lanzado a la aventura.
Primera parada, San José, en
Níjar, Almería. Llegada, búsqueda de hotel sin prisa, cervecita fría
acompañada de excelentes empanadilas y comida tardía en "Kalimba". ¿Y
qué es "Kalimba"? Es un bar muy particular. Cervezas varias, ambiente
variado y ecléctico, olorcito a peta, mojitos, comida peculiar y muy
apetecible, pompitas de jabón (no es broma). Todo un descubrimiento.
Ahora
me encuentro en el hostal "El Dorado". Y ojo, lo de hostal no hace
honor a las instalaciones. Grandes vistas, cama cómoda, piscina pequeña
pero matona... Un lujo.
¿Y mañana? mañana, desayuna y segunda etapa. Pero eso será mañana.
Besos
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