miércoles, 28 de agosto de 2013

Viaje sin rumbo fijo (II)

Decisión tomada. Por fin sabemos donde descansarán nuestros huesos esta noche. El destino, Zahara de los Atunes.
Pero antes de eso, hemos probado un excelente carpaccio de aguja, macarrones con vodka, ensalada capresse y extraños cócteles con té, amén de una extraña infusión que reconstituye el cuerpo y el alma. Todo ello en el bonito San José, en Níjar, Cabo de Gata.
Acto seguido decidimos encaminar nuestros huesos hacia Nerja, para cantar todo aquello de Verano Azul y montar en bicicleta. Sin embargo, nuestra maltrecha brújula nos ha hecho caer en un pueblito cercano llamado Frigiliana.
Frigiliana es un pueblo blanco, montañoso, con preciosas vistas. Poco activo por la mañana, pero mucho por la noche.
Aquí puedes aprender que una fábrica de caña de azúcar se le llama ingenio. Puedes encontrarte con Víctor, un restaurador murciano que te sirve asiáticos con su toque personal, aunque también es un excelente coctelero. Por cierto, vaya vistas tiene su restaurante, El Mirador.
Eso si, bañarse aquí tiene su mérito. Hemos disfrutado de una pequeña piscina rodeada de paredes y guijarros. Pero el tratamiento cutáneo express debido al agua fría ha sido de órdago.
Y por cierto, no seáis cernícalos. Si veis un lugar llamado Virtudes a la entrada del pueblo y no os da buen rollo porque está lleno de guiris, ni caso. Se come de lujo, el servicio es excelente, y la ensalada de atún y los espárragos están de vicio.
Y ahora, queridos feriantes, sigo con mi ruta. Ahora con rumbo fijo temporalmente. Mi excelente compañía y yo nos vamos a aventurar por la Costa de la Luz.
Qué bonito es ser feriante. disfrutad y sed felices.

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