jueves, 29 de agosto de 2013

Viaje sin rumbo fijo (IV)

Los cuerpos andan bastante cansados a esta hora. Y es que Zahara ha resultado más cansada de lo previsto. Cervezas, sorbetes, vodkas y atún, mucho atún, en todas sus variantes y grandezas.
Por cierto, querido Pin, la Gertru y su hermana, aquellas dos colgadas que me sacaron a la calle y me hicieron cepillarle la entrepierna para mayor risa de los clientes de la gintonería, me encontraron otra vez ayer en Zahara de los Atunes, en un chiringuito de playa, tras la actuación en directo de Sonkale. Por suerte, esta vez, no fui yo la víctima. Con una basta.
Hoy hemos aterrizado en Jerez de la Frontera. Visto los tiempos de tormenta con los que hemos amanecido hoy, en varios frentes además, hemos decidido darnos un homenaje. Así que nos hemos alojado en un elegante hotel desde el cual escribo estas líneas.
Aquí tenemos varias piscinas, spa, bar, restaurante y todo de todo. Jerez al fondo y golf por todas partes.
Por cierto, hemos aprendido, o así nos lo han contado, que juntar dos camas individuales es una italiana... Me quedo estupefacto, pero si ellos lo dicen...
Pero nuestros huesos andan castigados, así que nos hemos pedido la cena en la habitación, con un par. Ni golf ni leches, una cenita fría en compañía de mi feriante de referencia es lo que me pide el cuerpo. A reponer energías con Jerez de fondo visto a través de nuestro balcón.
Y mañana, con las pilas bien cargadas... Bueno, lo que hagamos mañana ya lo pensaremos mañana. Voy a abrir la puerta que está aquí mi gazpachito andaluz. Besos y abrazos, feriantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario