jueves, 7 de agosto de 2014

Veranos en La Manga del Mar Menor

Tiempo atrás, cuando mi edad rondaba los 4 a 10 años aproximadamente, pasé varios veranos en La Manga del Mar Menor junto a mi familia.

Recuerdo perfectamente aquellos viajes con unas ocho personas en el coche (padres, hermanos y abuelos incluidos) y el maletero y techo del vehículo a punto de reventar. Hacer ese viaje en un Seat 1430 tendría hoy día un mérito insólito.
Debéis saber, queridos feriantes, que estos recuerdos me vienen ahora muy vívidos a mi memoria. Eran tiempos felices en los que no tenía grandes preocupaciones más que las de un niño de aquella edad. Pero, por desgracia, por mucho que me gustasen las playas de esta bella costa de Murcia, no era posible continuar con aquellos veraneos esporádicos por motivos laborales paternos relacionados con el fenómeno del "rodríguez" y las distancias.
Ahora, más de 25 años después, resulta que mis huesos vuelven a caer sobre este bendito lugar. Un sitio que podía haber sido paradisíaco, pero que por culpa de la construcción y la ambición humana desmedida, es algo menos entrañable. No obstante, en honor a la verdad, sigue manteniendo un encanto especial pese a su superpoblación.
Y heme aquí en circunstancias similiares a las de mis añorados veranos de niñez. En familia, con niños, padres y abuelos. Eso sí, mi edad es bastante más avanzada. Pero yo, como buen feriante que soy, no tengo grandes problemas para transformarme en el pequeño que, en realidad, jamás he dejado de ser.
Queridos feriantes, si tenéis oportunidad de descansar vuestros cuerpos mientras pasáis unos bonitos veranos en La Manga del Mar Menor, yo os lo recomiendo con pasión. Encontraréis grandes contrariedades, como el hecho de no tener un paseo marítimo, un acceso decente a sus playas o un tráfico excesivo, pero, a fin de cuentas, esto se acaba convirtiendo en una parte importante de sus encantos.

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