lunes, 2 de septiembre de 2013

Viaje sin rumbo fijo (VI y final)

Todo tiene su fin. Y como todo tiene su fin, nuestro viaje feriante no va a ser menos.
Escribo estas líneas ya desde mi sofá, tras una buena cura de sueño. Han sido 1200 kilómetros de viaje. Muchos pueblos. Muchos lugares, algunos conocidos, otros por conocer. Pero ya, por fin, descansados y tranquilos. Contentos por el agradable recorrido, pero algo tristes por la finalización aventurera.
Pero bueno, vamos a comentar los mejores momentos de las últimas etapas. Tras un día de piscina y spa en el Hotel Jerez, nos fuimos al centro, donde descubrimos la Parra Vieja, un excelente bar de tapas lleno de encanto arcaico y cañas de cerveza de medio litro. Y por si fuera poco, después aún nos entraron un par de copas. Los feriantes somos así.
Tras descansar y desayunar nuevamente como si no hubiese un mañana, y tras evitar la Vuelta Ciclista que arrancaba desde Jerez, aterrizamos en Granada. Por supuesto, nuestra primera visita fue a la Gramola. Bar de tapas que hemos descubierto recientemente en el que por seis euros por cabeza te vas con un litro de cerveza y cuatro tapas magníficas en el cuerpo. Hamburguesas, fajitas, salmorejo, bolas de patatas, rejos, calamares, bocadillos, sandwiches, chapatas...
En Granada descubrimos el Zaguán del Darro, un hotelito en el Albayzin donde nos alojamos en la habitación Pérez de Pulgar. Bañera hidromasaje, escaleritas abajo para entrar al baño, pantallazo, cama doble y cómoda, decoración maravillosa... y todo ello en un edificio rehabilitado, pero levantado allá por el lejano siglo XVI. Eso si, si alejasen un poco las mesillas de noche del colchón, este que suscribe lo agradecería. Es cierto que no soy muy habilidoso, pero no es menos cierto que conté hasta tres golpes en mi codo... y esos estando despierto. Me consta que hubo más, pero por suerte, me mecía en los dulces brazos de Morfeo.
Para cenar, tras maravilloso paseo por el Albayzin, nada mejor que el restaurante Aben Humeya. Torta del casar y cous cous en un patio de lujo con vistas a la Alhambra que cortan la respiración. Noche de ensueño.
Y tras unas tostaditas, viaje de vuelta a nuestra querida Murcia. Tras siete días de viaje, 1200 kilómetros, visitas, desayunos, cenas, comidas, cervezas, copas, paseos, baños, idas y venidas, lluvias, subidas y bajadas, playa, hoteles, carreteras y caminos, chiringuitos, música en directo, cócteles y que se que más... Ahora os puedo escribir desde mi sofá, en la comodidad de mi hogar, que ha sido un viaje estupendo, que mi feriante de referencia es maravillosa y que lo repetiría con los ojos cerrados mañana mismo.
Nos leemos pronto. Besos y sed felices, que esto va muy rápido y dura poco.

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