miércoles, 11 de septiembre de 2013

El conciertazo

Hace un par de noches viví un momento bastante peculiar. Resulta que mi feriante de referencia y yo decidimos ir a un concierto amigo. Digo esto por que ella es amiga del bajo (dícese del chico que toca el bajo, no del bajo en sí). A lo que vamos. El caso es que era un concierto gratuito en una zona de Murcia donde hay unos locales llamados huertos. La gente va allí a comer o cenar durante las fiestas, que son estas dos primeras semanas de septiembre. Allí también hay habilitada una zona donde se ofrecen conciertos gratuitos. Dichos conciertos suelen ser interpretados por grupos para un segmento de población tirando a mayorcitos. Vamos, normalmente no bajan de los cincuenta años.
En fin, que me voy por las ramas. El caso es que el concierto al que fuimos nosotros era de un grupo llamado "Carlos Vudú y el clan Jukebox". Por el nombre, ya podéis imaginar que no son ni para niños ni para mayores. Y allí estábamos nosotros, deglutiendo morcillas y salchichas en el huerto contiguo, viendo como señores y señoras de avanzada edad se sentaban esperando ansiosos aquel concierto. Imagiando, supongo, si tocaría una tuna, unas parrandas o unos boleros... Sin sospechar, digo yo, que por allí iban a aparecer unos chicos barbudos, algunos peludos también, a interpretar temas más bien rockeros. Pero desde luego, todo ello alejado del cha cha cha prometido por el cantante, el citado Carlos Vudú (excelente maestro de ceremonias, por cierto).
Y lo más sorprendente, es que la mayoría de aquel octogenario público aguantó la hora y media de concierto. Incluso aplaudieron y cantaron. Y algunos hasta parecían sonreir. No se si por la acción del viento, la sorpresa ante el espectáculo o que de verdad disfrutaron allí.
Y nosotros... nosotros disfrutamos tanto del espectáculo sobre escenario (son bastante buenos y muy recomendables) como del que había en las gradas. Nos vemos en la feria de Lorca. Besos.

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